La libertad religiosa es la piedra angular del experimento americano, aunque cada vez sufre más ataques. Es por eso por lo que muchos americanos se están uniendo a la Quincena por la Libertad al pasar las dos semanas previas al 4 de Julio (del 21 de junio al 4 de Julio) expresando su gratitud por la libertad religiosa y pidiendo una mayor protección para este apreciado derecho.
Los responsables políticos de Estados Unidos deberían comprender la primacía de la libertad religiosa en el orden constitucional americano y trabajar para proteger esa libertad, no para socavarla. Una firme concepción de la religión es un importante sostén para la libertad religiosa — libertad no simplemente para creer o enseñar ciertas doctrinas sino para vivir la fe de cada cual en todos los aspectos de la vida.
Resulta demasiado fácil, a la vista de tantos problemas difíciles, bajar los brazos por desesperación. Sin embargo, un vistazo a nuestra bandera, empapada por la sangre y el sudor de los patriotas durante más de 200 años, debería poner remedio a esa tentación. Como nos recuerda el libro de Feulner, el Espíritu Americano goza de buena salud, siempre que estemos deseosos de creer en él y de poner de nuestra parte para cultivar nuestro irreemplazable derecho de nacimiento a la libertad.
Desde principios del siglo XX, el proceso se ha democratizado, eliminándose muchos de los sistémicos controles en el arte de gobernar. Este cambio parece haber dado alas a la demagogia y ha empoderado al Poder Ejecutivo, centralizando el poder político, cosa que nuestros Fundadores quisieron evitar. Fortalecer a los partidos políticos podría ofrecer protección contra tal comportamiento.