La administración Obama ha utilizado las compañías automovilísticas para avanzar en su agenda política. Como observó el analista de la Fundación Heritage James Gattuso, “la influencia política ha sido evidente en todos los aspectos, desde la selección de los concesionarios hasta enfrascarse en la comercialización de los discutibles, aunque favorecidos por la administración, vehículos ‘verdes’”.
No podemos seguir repitiendo errores y seguir ofreciendo las mismas políticas fracasadas que convirtieron una ciudad vibrante en una ruina. Si la ciudad se hunde finalmente, será un gran símbolo de la filosofía progre de la gestión del declive a través de la dependencia. Si Detroit tiene éxito, será porque a sus ciudadanos se les ofrecen más posibilidades, más libertad, más trabajos y más oportunidades económicas.