La izquierda fundamenta su plan en una peligrosa mala interpretación de la Decimocuarta Enmienda. Emplean una retórica engañosa para pintar como los salvadores de la Constitución a los que tanto gastan. Dicen que es la solución constitucional para proteger nuestra economía del supuesto Armagedón que supondría el impago de la deuda o unas devastadoras reducciones del gasto.
Ryan dice que, en su rol como político, se toma en serio las enseñanzas de su iglesia, especialmente el llamamiento a ayudar a los pobres. Pero no se puede equiparar esta norma moral con el aumento del tamaño del Estado de bienestar.
La doctrina social no es monopolio de un partido político, ni es un imperativo moral que confunde la opción preferencial para los pobres, con una opción preferencial por un gobierno más grande.
Los americanos que anoche estuvieran viendo en hora de máxima audiencia el discurso del presidente Barack Obama desde la Sala Este de la Casa Blanca podrían haber pensado que se tropezaban con otra repetición de las cadenas de televisión. En vez de oír noticias de que por fin Washington había acabado con el estancamiento en el asunto del límite de la deuda, la audiencia recibió más de lo mismo por parte de su presidente. Obama todavía no tenía un plan para manejar el exceso de gasto y endeudamiento del gobierno …
El argumento de fondo es que la sección IV de la Decimocuarta Enmienda es un límite sobre el poder del Congreso de renunciar a la deuda de la nación y no un cheque (casi literalmente) en blanco para el presidente. Tomen nota, constitucionalistas de fin de semana: algunas veces la Constitución no los lleva donde quieren ir.