La sentencia del juez federal Steven Rhodes que permite que la ciudad de Detroit proceda con su solicitud de bancarrota es una gran oportunidad (incluso crucial) para Detroit. Significa que la ciudad será capaz de reestructurar sus $18,000 millones de deuda, el primer paso en el desafío que supone el proceso de reconstruir la ciudad y reformar su gobierno.
A primera vista, el presupuesto desvelado hoy por el presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes Paul D. Ryan (R-WI) propicia las tan necesitadas reformas y consigue de una manera importante el objetivo vital de balancear el presupuesto en el plazo de una década, aunque en esto dependa parcialmente de las subidas de impuestos de Obama. No se trata de una solución milagrosa, sino de un presupuesto estático, en lugar de ser un plan audaz que se base en reformas de años anteriores.
Ryan ha presentado un plan serio que merece seria consideración. Su presupuesto establece opciones normativas importantes, recortes de gasto, reforma de los derechos a beneficios y evita subidas de impuestos. También esboza una reforma fiscal que fortalece la economía y por ende fortalece aún más las finanzas públicas a través de un crecimiento orgánico de los ingresos. Esto representa verdadero progreso para abordar los desafíos económicos y fiscales de la nación. El Congreso y el presidente deberían avanzar ahora para lograr un verdadero consenso que logre materializar todo lo que el plan de Ryan sugiere y más.