Castro ha vivido una vida muy larga, demasiado larga, 90 años. Ha tenido suerte de morir como ganador a los ojos de la izquierda, rodeado de sus partidarios y su legado. Muchos en el planeta lamentan su muerte –¡hasta el papa! – y lo recuerdan con admiración. No importa sus asesinatos, la tortura, la represión y la miseria de los cubanos. Eso no cuenta a ojos de la izquierda.
El crimen de resistir es a la larga la consecuencia de defender la convicción en valores trascendentales, generación de cambios en una sociedad completamente adversa ya sea por la implementación del terror o el peligro de una muerte inminente, es en sí un ejemplo que muchos han ejercido pero por distintas razones hemos dejado lentamente en el olvido.