Castro ha vivido una vida muy larga, demasiado larga, 90 años. Ha tenido suerte de morir como ganador a los ojos de la izquierda, rodeado de sus partidarios y su legado. Muchos en el planeta lamentan su muerte –¡hasta el papa! – y lo recuerdan con admiración. No importa sus asesinatos, la tortura, la represión y la miseria de los cubanos. Eso no cuenta a ojos de la izquierda.
Pensadores como Marx, Mises, Gramsci, Keynes, Hayek o Friedman entendían que las ideas de los intelectuales tienen una gran influencia en el mundo. “Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente esclavos de algún economista difunto” escribía Keynes en las notas finales de su “Teoría General”.