Un reciente editorial del periódico chino Global Times pedía una “desamericanización”.
Preocupados por el cierre del gobierno americano y por la perspectiva de que no se aumentase el límite de la deuda, el editorial argumentaba que Estados Unidos es demasiado irresponsable como para que se le permita seguir siendo la potencia dominante.
Las conversaciones de Ginebra han hecho que de nuevo surjan esperanzas de un avance en las conversaciones con Irán sobre asuntos nucleares, durante tanto tiempo estancadas. Los diplomáticos occidentales han expresado un “optimismo con cautela” acerca de las perspectivas de éxito tras dos días de conversaciones. No obstante, Irán no se ha movido de su desafío a los elementos clave de las múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU; simplemente ha adoptado un tono más suave y diplomático.
El presidente Obama alardeaba la semana pasada de que había firmado una ley para disipar “las amenazas gemelas” del cierre del gobierno y la caída de nuestra economía en el impago. Pero ¿qué se ha hecho para arreglar el problema del crecimiento de la deuda que lleva a que Washington eleve de manera repetida el límite de la misma?
Mientras duró el “cierre” del gobierno, el National Mall de Washington permaneció cerrado al público en general. Sin embargo, no todo el mundo tenía prohibido poner pie en el Mall. El Servicio de Parques Nacionales (NPS) colocó carteles indicando que ciertas partes del Mall estaban cerradas “excepto para actividades recogidas en la Primera Enmienda”.
Los Fundadores de Estados Unidos querían establecer un país que pudiera perdurar durante generaciones y comprendían que una enorme deuda podría poner en peligro su proyecto. Sabían que administrar las finanzas públicas para obligar al gobierno a vivir dentro de sus posibilidades era el modo más prudente de proceder.