Si la situación en España les suena familiar, es porque lo es. Lo que estamos viviendo en Estados Unidos es una previa de lo que ya está viviendo España. Nuestro propio país está en declive según el Índice dado el incesante gasto del gobierno federal y el insoportable crecimiento de la deuda nacional.
El experto de Heritage Hans von Spakovsky, excomisionado de la Comisión Federal Electoral (FEC), dijo que las acciones de la administración “muestran cómo se utilizaron los fondos del contribuyente para propósitos groseramente políticos — es un claro abuso del poder del gobierno y otro signo de la ausencia de brújula moral de esta administración”.
El verdadero Washington tiene todavía mucho que enseñarnos, en particular en lo que se refiere a la presidencia, la política exterior y la libertad religiosa. Aunque mucho ha cambiado en los pasados dos siglos, su sabio consejo y su conducta en el cargo no han perdido nada de su relevancia, fundamentados en los inmortales principios fundacionales y en una sobria valoración de la naturaleza humana.
Hace hoy tres años, el presidente Barack Obama firmó y promulgó como ley su paquete de estímulo de un billón de dólares, una medida que él prometió que salvaría o crearía tres millones de empleos para finales de 2010 y que impediría que el desempleo subiese más del 8%. Y aunque hoy el presidente probablemente alegaría que gracias a sus esfuerzos la economía de Estados Unidos está creciendo, no le crean. Se ha pronunciado el veredicto: La Obamanomía, o sea la economía a lo Obama, ha fracasado.
Irónicamente, las políticas de la izquierda obstaculizan que los hispanos sean independientes en su búsqueda por alcanzar su particular Sueño Americano. Y es que los políticos de ese color necesitan que los hispanos dependan de sus dádivas para tener cautivo el voto hispano y sólo saben ofrecer chimichangas a todo hispano que se les ponga enfrente.