Lo visto con el mandato de los servicios reproductivos de Obamacare es sólo una de las muchas formas en la que el gobierno va ocupando espacios privados en los que no tiene nada que hacer y ello debería hacer reflexionar a los ciudadanos sobre la necesidad de no renunciar tan fácilmente a su libertad a cambio de algún supuesto beneficio que les quiera “regalar” el gobierno.
La conclusión es que a menos que haya una reducción significativa de puestos permanentes en la ONU (que también podría lograrse mediante la eliminación de los muchos obsoletos, redundantes, o ineficientes mandatos de la ONU que requieren personal para cumplir con fines sin sentido) o una reducción significativa en salarios del personal y costos relacionados, las reducciones reales y duraderas en el presupuesto ordinario de las Naciones Unidas no estarán al alcance deseado.
Las cifras de hoy sobre crecimiento del empleo son buenas noticias, son el equivalente de ganar una carrera con un bloque de concreto amarrado a una pierna. Por supuesto que uno puede llegar a la meta, pero podría haberlo hecho mucho más rápido si se hubiese desprendido del peso muerto. La economía de Estados Unidos está luchando por liberarse del peso muerto de la deuda, el gasto insensato, la incertidumbre, el exceso de regulación administrativa, los altos impuestos y un código tributario complejo y contraproducente.
Las sociedades necesitan encontrar maneras de hacer de la educación adulta algo mucho más accesible y mucho más convincente, incluyendo la alfabetización económica y financiera. Si los votantes están mal informados y son fácilmente influenciables por demagogos vendiéndoles políticas cortoplacistas y poco meditadas, hay poca esperanza de corregir el rumbo de las economías capitalistas.
Esta erosión de libertades religiosas básicas a manos de la burocracia de Obamacare es la clase de choque de gobierno versus libertad religiosa que los Fundadores ya previeron cuando, en la Primera Enmienda de la Constitución, establecieron que “El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades”. A pesar de esa prohibición, la administración Obama ha impuesto su voluntad a las mismas instituciones que la Primera Enmienda intenta proteger.