Este gráfico se vería muy distinto si se aprobara el plan de reforma fiscal de la Fundación Heritage. Ese plan, que forma parte de la propuesta Para Salvar el Sueño Americano: El Plan de Heritage para arreglar la deuda, reducir el gasto y restaurar la prosperidad, establece una tasa única y baja para las personas y reemplaza todos los impuestos federales sobre ingresos, impuestos sobre la nómina, el impuesto a la muerte y la mayoría de impuestos especiales.
Según explica El Índice 2010 de Dependencia del Gobierno, elaborado por la Fundación Heritage: “Es la conjunción de estas dos tendencias –un mayor gasto de programas que crean dependencia y un número cada vez menor de contribuyentes que pagan por estos programas— lo que preocupa a aquellos interesados en la suerte de la forma de gobierno de Estados Unidos”.
Aunque las escalofriantes historias sobre la externalización de empleos americanos en favor de China siguen dando material para titulares, en realidad, estas cifras revelan que los inversionistas internacionales persistentemente prefieren invertir sus dólares para crear puestos de trabajo en Estados Unidos y no en China.
El gasto de Estados Unidos va por una ruta insostenible. Y aunque no estamos tan mal como Europa, nuestra proa está enfilada hacia ese mismo rumbo. Hará falta políticos muy valientes –que los hay– para salir de este terrible atolladero. Aunque el Supercomité haya fracasado en su cometido, la deuda sigue allí y, como afirma el vicepresidente de la Fundación Heritage David S. Addington, “el Congreso deberá actuar para poner el gasto federal bajo control, de una manera ponderada e inteligente, que cubra las necesidades del pueblo americano”. Es urgente.