Hace cuarenta años, el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson declaró en tono desafiante la guerra. No, no era contra el comunismo ni contra las fuerzas comunistas de Vietnam. En su lugar, este texano alto y desgarbado declaró la guerra contra la pobreza. Entre sus comentarios preparados para un Congreso conjunto, Johnson dijo de manera confiada: “…Nuestro objetivo no es sólo aliviar los síntomas de la pobreza, sino curarla y, sobre todo, prevenirla”.
En una vuelta a la teoría y a la política económica de los años 50, el presidente Obama culpó en un reciente discurso a los ricos por concentrar la riqueza y dedicar demasiado poco al consumo: “Es menos probable que la riqueza concentrada en las élites acabe siendo el tipo de gasto del consumidor de amplio alcance que impulsa nuestra economía”
Si su propósito para Año Nuevo es cambiar los focos, no se preocupe, el gobierno federal está aquí para ayudarnos.
A partir del 1 de enero de 2014, el gobierno federal prohibirá el uso de los focos incandescentes de 40 y 60 vatios. Los focos se han convertido en un símbolo de la lucha por la libertad de los consumidores frente a la innecesaria intromisión del gobierno en la vida del pueblo americano.
Mucho se ha hablado en estas semanas sobre las críticas del papa Francisco al libre mercado y la libertad económica. Pero la verdad es que este tipo de opinión no es nada nuevo. Lo noticioso fue que vinieran del papa – líder de la Iglesia Católica con un seguimiento que supera más de mil millones de feligreses.