En general, la visión de Francisco es la de alguien que rechaza el mercado y sospecha de las virtudes de la propiedad privada, o lo subordina todo a un inasible bien común, como sostiene la Doctrina Social de la Iglesia, un curioso cuerpo doctrinario, a veces contradictorio, en el que se trenzan los planteamientos económicos, los dogmas religiosos y los juicios morales.
Todos los sábados, Libertad.org presenta La Caricatura de la Semana en la que su genial autor, Glenn Foden, ilustra pasajes de la vida política de la nación. Esta semana: El muerto viviente.
Las deficiencias de los sistemas educativos públicos son observables en todo el mundo. El pasado 14 de febrero The Economist publicó un artículo titulado Those Who Can en el cual se revela que muchos profesores mexicanos heredan sus puestos de trabajo, que la cuarta parte de los profesores indios sufren de una ausencia laboral crónica y que en Nueva York es casi imposible despedir a un profesor, incluso a aquellos que hayan sido sorprendidos robando en el interior de las escuelas.
Una cosa es la exhortación moral del Papa a cambiar personalmente nuestro modo de vida para preservar la casa común y otra muy distinta sus erróneas conclusiones políticas, basadas en la letanía ecologista y no en la ciencia, y en una visión muy peronista de la economía, como ya se pudo observar en su anterior encíclica. Y no hay más que mirar a la Argentina un poco por encima para ver a dónde llevan esas ideas.
¿Hasta cuándo durará esta impetuosa hegemonía? Mientras las personas crean en el sistema, encuentren espacio para desplegar sus sueños, obtengan incentivos morales y perciban una recompensa material razonable por sus esfuerzos y desvelos, Estados Unidos continuará su marcha triunfal por la historia.