El pasado martes, diversos bancos y cadenas de televisión surcoreanos se quedaron sin conexiones informáticas debido a un ciberataque “bastante masivo”. En su mayor parte, estos ataques supusieron simplemente una molestia, cortando temporalmente el acceso informático a las cuentas bancarias y congelando las computadoras de las estaciones de televisión, aunque sin llegar a interferir las emisiones.
Harían falta sólo 33 minutos para que un misil lanzado desde cualquier parte del mundo alcanzase Estados Unidos. Se trata de una posibilidad que da que pensar en un momento en el que Corea del Norte está provocando a Estados Unidos con amenazadores videos de propaganda acerca de sus capacidades nucleares e Irán está también avanzando en su programa nuclear.
El jueves pasado, el vocero de la Casa Blanca Jay Carney afirmó que Estados Unidos es “totalmente capaz de defenderse a sí mismo” frente a un ataque norcoreano con misiles balísticos. Sin embargo, Carney no mencionó que la administración Obama ha tratado de debilitar el programa de defensa antimisiles de largo alcance desde que llegó al poder.
En semanas recientes, Pyongyang ha empezado otra ofensiva del encanto más alcanzando Pekín, Washington y Tokio. La iniciativa diplomática sigue a la consagración como líder del muy dinámico y carismático Kim Jong-un, lo que lleva a los expertos a percibir nuevas y sutiles señales de una inminente reforma económica norcoreana y una política exterior menos beligerante.