Para abordar cualquier repercusión financiera europea que pudiera afectar a Estados Unidos, tenemos que dejar de adoptar las mismas políticas que usan los europeos. El Congreso y el presidente deberían poner freno al gasto federal inmediatamente y por iniciativa propia en vez de, a fin de cuentas, verse obligados a hacerlo, como les ha ocurrido a los países de toda Europa. Deberían declarar un alto el fuego regulador y desactivar la amenaza del “Armagedón Fiscal”.
Y en lo que respecta a la amenaza de subir los impuestos a la clase media, el presidente no necesita buscar más allá de las leyes que ya están implantadas. Si realmente quiere impedir una catastrófica subida de impuestos a los trabajadores americanos, la solución es impedir el “Armagedón Fiscal”. Esta es la realidad.
En sus ya tristemente célebres declaraciones del viernes, el presidente Barack Obama informó a Estados Unidos de que “el sector privado anda bien”. Por supuesto, esto era una noticia para los 12.7 millones de personas que no tienen empleo y los millones más que están lidiando con los trabajos a tiempo parcial que pueden encontrar o que simplemente han dejado de buscar trabajo. Pero no, no anda bien.
Mientras los americanos sin empleo sufren una falta de trabajo récord, mientras las familias y las empresas se preparan para un gigantesco aumento de impuestos y mientras Estados Unidos se encamina hacia un colapso fiscal, algunos en Washington son incapaces o no están dispuestos a tomar medidas para darle la vuelta a la situación del país. Hay buenos y honrados líderes en la capital de nuestra nación que han propuesto el tipo de normativas necesarias para devolver a Estados Unidos al camino correcto, sin embargo hay otros que prefieren el bloqueo antes que tomar medidas. Por desgracia, el habitual bloqueo en Washington es el reflejo opuesto a las medidas tomadas en lugares como la cámara estatal de Wisconsin y el pueblo americano está pagando sus consecuencias.