Para abordar cualquier repercusión financiera europea que pudiera afectar a Estados Unidos, tenemos que dejar de adoptar las mismas políticas que usan los europeos. El Congreso y el presidente deberían poner freno al gasto federal inmediatamente y por iniciativa propia en vez de, a fin de cuentas, verse obligados a hacerlo, como les ha ocurrido a los países de toda Europa. Deberían declarar un alto el fuego regulador y desactivar la amenaza del “Armagedón Fiscal”.
Y en lo que respecta a la amenaza de subir los impuestos a la clase media, el presidente no necesita buscar más allá de las leyes que ya están implantadas. Si realmente quiere impedir una catastrófica subida de impuestos a los trabajadores americanos, la solución es impedir el “Armagedón Fiscal”. Esta es la realidad.
Los sindicatos sufrieron una sonora derrota en Wisconsin la semana pasada. Sin embargo, no están para nada fuera de combate. Incapaces de revertir el declive en su número de afiliados con la ley existente, se están saltando el Congreso y están utilizando la Junta Nacional Relaciones del Trabajo (NLRB) para crear un tipo de sindicato completamente nuevo. Una nueva regla, urdida por la junta nombrada por Obama, autoriza la creación de células sindicales (organizando a unos pocos empleados dentro de una compañía para introducirse en la misma) que impactará severamente en las empresas.