La crisis de la eurozona nos ha proporcionado un experimento natural sobre cómo abordar una grave recesión. Y los resultados de ese experimento no han beneficiado la simplista visión keynesiana de que la solución es más y mayores préstamos. Los altamente endeudados países del sur de Europa decidieron operar con grandes déficits fiscales como consecuencia de la crisis y ahora afrontan agobiantes cargas de deuda así como unos mercados laborales que siguen siendo poco competitivos.
Para que el nuevo Sueño Americano de la izquierda cumpla con su promesa, Estados Unidos tendría que se completamente revisado y el carácter de sus ciudadanos alterado. Los ciudadanos enérgicos, emprendedores y decididamente autosuficientes imaginados por los Fundadores de nuestra república constitucional darían paso a unos clientes tímidos y envidiosos que mirarían cada vez más hacia un estado omnipotente en busca de su bienestar. Y ese es un futuro que no nos podemos permitir.
El patético primer aniversario de Ocupar Wall Street de la semana pasada confirmó que, de hecho, los antiguos informes sobre la muerte del movimiento no habían sido exagerados. Así que ¿por qué seguimos manteniéndolo vivo al hablar incesantemente de la desigualdad de ingresos en lugar de centrarnos en lo que realmente importa: oportunidad y poder escalar socialmente?