En sus ya tristemente célebres declaraciones del viernes, el presidente Barack Obama informó a Estados Unidos de que “el sector privado anda bien”. Por supuesto, esto era una noticia para los 12.7 millones de personas que no tienen empleo y los millones más que están lidiando con los trabajos a tiempo parcial que pueden encontrar o que simplemente han dejado de buscar trabajo. Pero no, no anda bien.
Como muestra El Gráfico de la Semana, Estados Unidos está camino de la misma suerte y hace falta políticos valientes que sepan enfrentar la situación y no nos prometan el cielo cuando no pueden dárnoslo. Hay que agarrar el toro del déficit por los cuernos y no permitir que la deuda siga en aumento porque si no, acabaremos como Europa.
Mientras los americanos sin empleo sufren una falta de trabajo récord, mientras las familias y las empresas se preparan para un gigantesco aumento de impuestos y mientras Estados Unidos se encamina hacia un colapso fiscal, algunos en Washington son incapaces o no están dispuestos a tomar medidas para darle la vuelta a la situación del país. Hay buenos y honrados líderes en la capital de nuestra nación que han propuesto el tipo de normativas necesarias para devolver a Estados Unidos al camino correcto, sin embargo hay otros que prefieren el bloqueo antes que tomar medidas. Por desgracia, el habitual bloqueo en Washington es el reflejo opuesto a las medidas tomadas en lugares como la cámara estatal de Wisconsin y el pueblo americano está pagando sus consecuencias.
No hay manera de predecir cuál será el resultado de las elecciones de 2012. Pero serán un punto de inflexión en la historia de Estados Unidos: O bien nuestros líderes guiarán al país aún más lejos por el camino del “progresismo” o bien comenzarán un largo y lento retorno hacia los principios de la Fundación Americana. Para ayudar a nuestros líderes a tomar las opciones correctas, la Fundación Heritage ha marcado un hito con la publicación llamada Changing America’s Course (Cambiando el rumbo de Estados Unidos).
Los casi 80 diferentes programas de bienestar social que opera el gobierno federal también necesitan una reforma sustancial. En lugar de abordar las causas de la pobreza, el enfoque de Washington ha sido gastar más dólares del contribuyente –cerca de $ 1 billón por año– en un creciente número de programas que tienden a atrapar a los pobres en la pobreza. Ninguno de estos programas incluye disposiciones funcionales para promover la responsabilidad personal, como los requisitos de trabajo y límites de tiempo. Y el gobierno ha hecho mucho más fácil que la gente reciba asistencia social desalentando el trabajo.