El acuerdo de última hora al que se llegó en la mañana del pasado lunes entre las autoridades chipriotas y los responsables del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Unión Europea (UE) está siendo aclamado desde Bruselas como un auténtico logro. Pero en realidad, el acuerdo simplemente oculta los graves problemas estructurales internos de la eurozona y probablemente no sea más que una solución temporal a unos problemas a largo plazo.
El fiasco del rescate financiero a Chipre continúa, elevando así la crisis de deuda de la eurozona, que ya dura cuatro años, a un nuevo nivel de volatilidad e incertidumbre.
En el corazón de la debacle subyace el sobredimensionado sector bancario de esta pequeña isla, que es ocho veces mayor que el tamaño de su economía. Pero el tercer miembro más pequeño de la Unión Europea (UE) tiene otro sector notablemente voluminoso y problemático: el sector público.
Es difícil negar los beneficios de trabajar para el Tío Sam: excepcionales beneficios, buen sueldo y gran seguridad en el empleo. Aunque algunos empleados del gobierno pudieran levantar los brazos como protesta al enfrentarse con los hechos, una nueva encuesta revela que cerca de la mitad de los empleados públicos dicen ya que los empleados del sector privado trabajan más duramente que ellos.