Ayer, el presidente Obama nombró a un nuevo embajador en Libia para suceder a Christopher Stevens, que fue asesinado en el atentado terrorista de Bengasi del pasado 11 de septiembre. Seis meses después de ese atentado (y dos investigaciones federales más tarde) seguimos disponiendo de una cantidad de información alarmantemente escasa sobre el suceso.
El jueves pasado, el vocero de la Casa Blanca Jay Carney afirmó que Estados Unidos es “totalmente capaz de defenderse a sí mismo” frente a un ataque norcoreano con misiles balísticos. Sin embargo, Carney no mencionó que la administración Obama ha tratado de debilitar el programa de defensa antimisiles de largo alcance desde que llegó al poder.
¿Hay algún veterano de las Fuerzas Armadas de Estados en su círculo más cercano? Si es así, es probable que sus ojos se llenasen de lágrimas cuando vio el anuncio de Jeep durante la Super Bowl. La voz en off de Oprah Winfrey fue un conmovedor tributo a quienes luchan por nosotros: “En su hogar, en nuestros corazones, los hemos extrañado. Se les ha necesitado. Se ha llorado y rezado por ustedes”.
La selección del presidente Obama para su nuevo secretario de Defensa es la equivocada. Los expertos en defensa y política exterior de la Fundación Heritage han examinado el historial de Chuck Hagel, exsenador republicano por Nebraska, llegando a la conclusión de que simplemente no tiene la experiencia y las habilidades requeridas para el cargo. Y lo que es más, su visión de la forma con la que tratar con otras naciones es peligrosa para Estados Unidos.
En su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Obama mostró una asombrosa falta de sentido de la realidad acerca del terrorismo y la Primavera Árabe. La declaración del presidente rindiendo homenaje al “valor y el sacrificio de quienes sirven en lugares peligrosos con grandes riesgos personales” desafortunadamente suena hueca cuando se considera el tratamiento dado por la administración al atentado terrorista de Bengasi.