¿Recuerda la frase de la campaña electoral del presidente Obama de que “al-Qaeda está en desbandada”? Bien, pues la incursión terrorista en Bengasi, Libia, del pasado 11 de septiembre, le obligó a tener que tragarse esas palabras o al menos a tener que omitirlas durante el mes de octubre en su letanía de logros de cómo supuestamente había convertido el mundo en un lugar más seguro.
La semana pasada, Pekín anunció que un caza J-15 había sido lanzado y había aterrizado con éxito desde su nuevo portaaviones, el Liaoning. El anuncio, acompañado de videos, deja claro que China ha dedicado recursos sustanciales (tanto financieros como humanos) para alcanzar su objetivo de operar con portaaviones.
Después de una sesión de cerca de una semana de duración, se reveló la identidad de los nuevos líderes chinos. No es ninguna sorpresa, pero supone una decepción para cualquiera que albergara esperanzas de una trayectoria nueva y más positiva de las relaciones entre Estados Unidos y China. No hay nadie entre la cúpula emergente de líderes chinos que se pueda considerar como un reformista económico, mucho menos un reformista político.