La 18ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático concluyó hace dos días. Y como ocurrió en las 17 conferencias anteriores, las naciones en desarrollo exigieron que Estados Unidos y los demás países desarrollados les paguen por los efectos del cambio climático. En pocas palabras, que se ríen de nosotros. Por eso las conferencias de la ONU son cada vez más irrelevantes.
Cuando sólo restan unas cuantas semanas para que acabe 2012, en Washington todos los ojos están puestos en el Congreso y en las negociaciones sobre el “abismo fiscal”. Como de costumbre, el Congreso y el presidente están alargando demasiado algunas cuestiones realmente importantes antes de llegar a un acuerdo, una situación que nunca termina bien para los contribuyentes.