La administración Obama ha utilizado las compañías automovilísticas para avanzar en su agenda política. Como observó el analista de la Fundación Heritage James Gattuso, “la influencia política ha sido evidente en todos los aspectos, desde la selección de los concesionarios hasta enfrascarse en la comercialización de los discutibles, aunque favorecidos por la administración, vehículos ‘verdes’”.