Durante generaciones, personas de todo el mundo que anhelan libertad han puesto sus ojos en Estados Unidos. Aquí, todo ciudadano puede expresar su opinión, dedicarse a su pasión y ejercer las otras libertades otorgadas por Dios que de manera injusta se deniegan en muchos países del planeta.
No obstante, eso no significa que estemos libres de reproches en todos los aspectos de la libertad. Véase el ejemplo de la libertad económica, que continúa deteriorándose un poco más cada año.
En lugar de prolongar el debate hasta el fin de semana, los demócratas y republicanos del Senado acordaron anoche, por 72 votos a 26, acabar con el debate y aprobar un proyecto de ley de gasto de $1 billón para poder mantener el gobierno operativo durante los próximos ocho meses. Habiendo votado la Cámara de Representantes un día antes la aprobación de este proyecto de ley ómnibus, el Congreso ha puesto fin así de forma inmediata a sus decisiones presupuestarias.
Hablar del excepcionalismo americano enfurece a algunos progresistas.
Por ejemplo, el tema llevó a Oliver Stone y al profesor de la Universidad Americana, Peter Kuznick, a escribir un artículo en el periódico USA Today en el que decían que en Washington debería haber un muro con “los nombres de todos los vietnamitas, camboyanos, laosianos y las personas del resto de países que murieron [en la Guerra de Vietnam]”. Eso, indicaron, sería “un monumento conmemorativo acorde con todas las víctimas del ‘excepcionalismo americano’, un lápida para uno de los mitos americanos más peligrosos”.