Alberto Nisman era el fiscal encargado de investigar el peor ataque terrorista de la historia de Argentina: el atentado contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), en el que fueron asesinadas 85 personas y más de 300 resultaron heridas. El pasado verano se cumplieron 20 años de la matanza (18 de julio de 1994) y sus responsables siguen sin rendir cuentas ante la Justicia.
¿Y qué hace Estados Unidos al respecto? Durante años, las Fuerzas de Operaciones Especiales y la CIA han mantenido una pequeña presencia bajo el radar en Yemen; han adiestrado fuerzas de seguridad gubernamentales y efectuado ataques con drones contra sospechosos de terrorismo, como Anwar al-Aulaqi, el ideólogo de al-Qaeda en la Península Arábiga al que mató un misil Hellfire en 2011.
Ocioso es señalar que los fanáticos no son el islam ni sus creyentes musulmanes. El fundamentalismo islámico es tan enemigo suyo como nuestro. Como el Ku Klux Klan lo es de Roma. Pero tampoco es ocioso subrayar que estos fundamentalistas islámicos han surgido del islam, toman el islam como su causa y es el islam su justificación. Por eso es tan importante que sean los propios musulmanes los primeros en salir a la calle a combatirlos con su presencia, a enfrentarse a su barbarie y arrebatarles el islam.