Estados Unidos deberá estar firmemente junto a Israel en el enfrentamiento contra la creciente amenaza nuclear de Irán. Si Jerusalén decide ejercer su derecho a la legítima defensa, entonces Estados Unidos y sus aliados deberían apoyar esa decisión, no condenarla. La brutal dictadura de Teherán ha sido advertida, con suficiente antelación, de que sus reiteradas violaciones a sus obligaciones legales en virtud de los tratados internacionales que han firmado tendrán un costo cada vez caro
Respaldar organizaciones internacionales no carece de consecuencias. Es una carga, aunque a veces es una carga que vale la pena. Pero negarse a reconocer las limitaciones de las organizaciones internacionales y su potencial para causar daños perjudica al pueblo americano que a menudo paga por la mayor parte de las actividades de organizaciones internacionales, tanto por las beneficiosas como por las perjudiciales.
La conclusión es que a menos que haya una reducción significativa de puestos permanentes en la ONU (que también podría lograrse mediante la eliminación de los muchos obsoletos, redundantes, o ineficientes mandatos de la ONU que requieren personal para cumplir con fines sin sentido) o una reducción significativa en salarios del personal y costos relacionados, las reducciones reales y duraderas en el presupuesto ordinario de las Naciones Unidas no estarán al alcance deseado.
A pesar del aumento de la beligerancia de Irán –los lanzamientos de prueba de nuevos misiles, las amenazas de cerrar el Estrecho de Ormuz y el anuncio de la producción de su primera varilla de combustible nuclear, Grecia, Italia y España están reacios a aceptar sanciones más duras. El petróleo iraní constituye el 35% de las importaciones de petróleo de Grecia, aumentando los temores de que un corte al suministro de petróleo profundizaría aún más los problemas económicos del país. Italia está de acuerdo con las sanciones al petróleo, en teoría, pero quiere que se excluyan sus actuales contratos.