Comparar el impacto del presidente Obama en asuntos de política exterior con el impacto del expresidente Jimmy Carter también se ha puesto de moda.
Carter mostró debilidad con los enemigos de Estados Unidos y muchos (viendo que la Casa Blanca era blanda y Estados Unidos una potencia en decadencia) aprovecharon cada oportunidad que tuvieron para insultar, ignorar, avergonzar y abusar de la imagen del Tío Sam.
Dejando a un lado la casi imposibilidad de crear un índice fiable del “bienestar subjetivo” y usarlo de manera práctica para evaluar la efectividad de las normativas del gobierno, el deseo del gobierno de medir la felicidad de sus ciudadanos es absurdo en el mejor de los casos y peligroso en el peor.
Pero una vez que el presidente Obama acepta el matrimonio homosexual, ¿puede él explicar por qué el matrimonio debería ser sólo entre dos personas? ¿Puede explicar por qué, según su concepción, la natalidad seguiría teniendo alguna relación significativa con el matrimonio? ¿Puede explicar por qué los compromisos de permanencia y exclusividad sexual deberían ser la norma para el matrimonio? Deseche el significado fundamental del matrimonio y estas preciadas normas lógicamente salen por la ventana junto con el significado.