Pongámoslo a él y a sus compinches a prueba. Unas sanciones firmes, combinadas con otras iniciativas para meter presión a los chicos de Teherán (tales como situar el centro de atención sobre el abismal historial de derechos humanos del gobierno), son el mejor medio de fomentar el cambio de régimen interno del país.
¿Le duele llenar el tanque de su carro a $4 el galón? ¿Cómo se sentiría pagando más de $6.50? Añádale además masivas pérdidas de empleos y una drástica caída en la productividad económica de Estados Unidos y tendrá la imagen de cómo sería la vida en Estados Unidos si el petróleo dejara de fluir desde Arabia Saudita.
Ese era nuestro comandante en jefe en complot con un autócrata antiamericano para embaucar al pueblo de Estados Unidos hasta que sea demasiado tarde. Lo que lo empeora más todavía es que el asunto entre manos (la defensa antimisiles) está relacionado con proteger al pueblo americano frente a países como Rusia.