Cuando sólo restan unas cuantas semanas para que acabe 2012, en Washington todos los ojos están puestos en el Congreso y en las negociaciones sobre el “abismo fiscal”. Como de costumbre, el Congreso y el presidente están alargando demasiado algunas cuestiones realmente importantes antes de llegar a un acuerdo, una situación que nunca termina bien para los contribuyentes.
Los legisladores del Congreso se reunieron la semana pasada para tratar de sacar adelante un acuerdo con el que evitar el abismo fiscal. Los demócratas insisten en que el incremento de la recaudación forme parte de ese acuerdo, diciendo que esa recaudación adicional es el único modo de reducir la deuda nacional. Sin embargo, no es una falta de recaudación lo que está impulsando la deuda de Estados Unidos, es el gasto federal desbocado. Además, los legisladores americanos que están tratando de resolver la inminente crisis fiscal de Estados Unidos no necesitan mirar más allá de Canadá.
No se habla de otra cosa: el abismo fiscal. Y es que el 1 de enero de 2013 se nos viene una avalancha de impuestos.
Hace poco más de un año, la Fundación Peter G. Peterson reunió 5 institutos de política pública y subvencionó sus iniciativas en busca de una solución a la enorme deuda pública que aqueja a Estados Unidos. El plan de la Fundación Heritage es el que mejor alcanza esos objetivos, como muestra El Gráfico de la Semana.
Hay una cuestión en la mente de todos en Washington: el “abismo fiscal”. Nos estamos quedando sin tiempo para evitar que nos alcancen las masivas subidas de impuestos del 1 de enero así como las amplias reducciones presupuestarias que está previsto que lleguen al mismo tiempo, de modo que la economía se está preparando para otra tormenta.