Hay grandes problemas a la hora de traducir del inglés al español la palabra “liberalism”. En Estados Unidos, “liberalism” está hoy ligado a todo lo contrario de lo que significa “liberalismo” en español. Por eso, en Estados Unidos, cuando tildan a algún político de “liberal” (en inglés), en realidad lo que le quieren decir es “progresista” o -válgame Dios- “socialista”… y por tanto, el escándalo está servido.
La frase de Rogoff es una nueva muestra de cómo tanta gente suele pensar que no hay realidad más allá de aquella que frecuenta. Como dijo una periodista progre norteamericana: “No entiendo cómo ha ganado Reagan las elecciones: ninguna persona que yo conozco votó por él”. La tentación de la corrección política es precisamente ésa, la de no concebir que pueda haber ideas diferentes.
El Capitolio calienta motores para otra nueva batalla presupuestaria. El Congreso presentó un plan de gasto que es muy diferente al del presidente. El presupuesto de este año es sumamente importante, dado que hace poco la deuda de Estados Unidos superó los $18 billones y ello constituye $124,000 de deuda por hogar y $56,378 por persona.
El gobierno de Tsipras ha perdido el tiempo y las oportunidades desde que llegó al poder, y ahora tiene que confiscar los saldos disponibles de los municipios y de las empresas públicas para hacer frente a los compromisos de pago a plazo inmediato. Grecia ha pasado del “No a la austeridad” al “Sí a la confiscación”