Mientras los miembros del Congreso están discutiendo sobre dejar de financiar ciertas partes de Obamacare, a los estados ya les ha llegado la hora de la verdad. Los gobernadores y las asambleas estatales están teniendo que tomar decisiones muy complicadas para poder establecer los sistemas especializados de atención médica del gobierno y ampliar el programa de Medicaid.
A primera vista, el presupuesto desvelado hoy por el presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes Paul D. Ryan (R-WI) propicia las tan necesitadas reformas y consigue de una manera importante el objetivo vital de balancear el presupuesto en el plazo de una década, aunque en esto dependa parcialmente de las subidas de impuestos de Obama. No se trata de una solución milagrosa, sino de un presupuesto estático, en lugar de ser un plan audaz que se base en reformas de años anteriores.
Ya es hora de que el Congreso elabore un verdadero presupuesto y no cualquier presupuesto que se les ocurra.
Han pasado cuatro años desde que Estados Unidos tuvo su último verdadero presupuesto. Aunque la Cámara de Representantes ha estado aprobando presupuestos, el Senado le ha puesto freno a cada uno de ellos. En cambio, el Senado, controlado por el líder de la mayoría Harry Reid (D-NV), sí ha tomado medidas temporales y a corto plazo para mantener la financiación del gobierno año tras año.
“Los Fundadores de América sabían que la libertad es algo más que solamente garantizar las libertades políticas. La verdadera libertad requiere libertad económica – la capacidad de beneficiarnos de nuestras propias ideas y trabajo, de trabajar, producir, consumir, poseer, negociar, e invertir según nuestras propias preferencias”.
El recientemente reelegido presidente de Ecuador, Rafael Correa, quiere que la gente sepa que está decidido a combatir la inflación haciendo frente a la “especulación”. Un noble objetivo, sin duda. Pero las armas elegidas por el presidente Correa (doctor en economía por la Universidad de Illinois) para esa batalla en realidad supondrán la condena de su campaña antiinflación.
Y seguramente él también lo sabe. Entonces, ¿por qué lo está haciendo?