Como muestra El Gráfico de la Semana, el Plan de Heritage busca reducir el gasto, arreglar la deuda y restaurar la prosperidad. Lo mejor es que lo hace sin subirnos los impuestos. Bastante pagamos ya. Para Salvar el Sueño Americano nos baja los impuestos y frena el gasto desbocado que nos está llevando a la ruina. Pero además de ser un plan de naturaleza económica, “tiene un propósito moral más alto. Si los derechos a beneficios no se reforman, la próxima generación y las futuras tendrán que pagar tasas de impuestos punitivos que pondrán fin a la libertad como la hemos conocido”.
La economía de Wisconsin ha virado positivamente. Tanto el estudio sobre los hogares como los estudios sobre los empleadores coinciden ahora: el empleo en Wisconsin creció el año pasado. El Estado del Tejón (y Estados Unidos) todavía tienen un largo camino por recorrer. Pero los que se oponen a limitar la negociación colectiva en el gobierno ya no pueden argumentar que estas reformas no son exitosas.
Alargar la vida de las aeronaves militares pone en peligro mortal a nuestros hombres y mujeres en combate y supone una amenaza para las fuerzas armadas de Estados Unidos en general. En el video de la Fundación Heritage, comenta Deptula: “Oigo a la gente hablar sobre, bueno ya sabe, que las fuerzas armadas de Estados Unidos gastan más dinero que las siguientes 17 naciones juntas. Bueno, las siguientes 17 naciones juntas no están comprometidas en mantener la paz y la estabilidad alrededor del mundo. Nosotros sí”. Pero para mantener ese compromiso, el Congreso y la administración deben asegurar que las fuerzas armadas de Estados Unidos tienen los recursos que necesitan para llevar a cabo su misión de proteger a Estados Unidos.
Gracias al senador Lee, al representante Ryan, al senador Toomey y a otros como ellos, existen propuestas, ideas y planes para reducir al gasto, arreglar los derechos a beneficios, reformar el código tributario y asegurarse de que se defiende correctamente a Estados Unidos. Lee tiene razón, no hacer nada no es un opción. Pero con las iniciativas de los conservadores en el Congreso, hay muchas buenas opciones sobre la mesa. Ojalá sus colegas se unieran a ellos para tomar medidas.
Con el tratado de libre comercio ya en marcha, Colombia y Estados Unidos pueden aspirar juntos a unos lazos cada vez más fuertes y mayor certidumbre de que unos mercados abiertos y movimientos más libres de bienes, servicios e inversiones cimentarán las relaciones mutuas de estas dos naciones democráticas. Esa sí es una razón para celebrar.