Por primera vez se están haciendo públicos los sorprendentes detalles en torno a los millones de dólares canalizados desde organizaciones sin ánimo de lucro de Medio Oriente a los terroristas islámicos y sus familias. Ese dinero se utilizó para recompensar a los terroristas y sus familias tras los atentados contra israelíes y ciudadanos americanos que visitaron Israel entre 2000 y 2005 durante la segunda intifada o levantamiento palestino.
El periodista gráfico americano James Foley fue decapitado por un miembro del Estado Islámico (EI) y su muerte mostrada en un video de YouTube publicado el martes. El verdugo de Foley hablaba un inglés fluido con un fuerte acento del este de Londres, lo que ha llevado a los expertos a creer que el yihadista es un ciudadano británico.
No se equivoque, la metódica y salvaje marcha del Estado Islámico a través de Medio Oriente amenaza algo más que a las minorías étnicas y religiosas atrapadas en su camino. Estados Unidos y sus aliados, especialmente los de la región, tienen razones para estar preocupados por el costo humano de permitir que el Estado Islámico deambule libremente.