Las amenazas físicas y cibernéticas de los islamistas radicales dominaron una audiencia del Senado el miércoles, pero el senador Ron Johnson, republicano por Wisconsin, mencionó otro reto que puede ser aún más grave – un ataque de pulso electromagnético (EMP) provocado por terroristas o por la actividad solar.
No es ninguna broma, pero el Califato que ha declarado el líder espiritual del EIIL, conocido por su nombre de guerra Abú Bakr al-Bagdadi, ocupa ya una extensión mayor que la Florida y sigue creciendo con el paso de los días a pesar de los bombardeos. El Estado Islámico es más que un grupo terrorista, es un ejército, cuenta con una población afiliada por convicción o por miedo y controla un territorio.
El mejor modo de empezar a ganar una guerra es dejar de perderla. Ciertamente este axioma se aplica a lo que está pasando en Irak. Pero, una vez dicho eso, no hay lugar para los soldados americanos en esta batalla.
Es cierto, los americanos se juegan mucho al impedir que los primos de al-Qaeda establezcan un califato brutal en Irak. Medio Oriente es una encrucijada mundial. Si no se controla, la perversa influencia del Estado Islámico podría provocar una espiral de conflictos sectarios en la que se vería atrapada toda la región.
El EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) no es sólo el grupo terrorista de moda. Se trata de un exitoso y gigantesco movimiento con una filosofía apocalíptica y nihilista. Cuando dicen “conviértanse, únanse a nosotros o mueran”, no sólo lo dicen, sino que lo materializan con espantosas consecuencias.